domingo, 3 de mayo de 2015

Salvación

Basta ya de cumplir
con ritos y almanaques;
basta ya de sonreír desde la niebla intacta del espejo.

Se han roto las cadenas de sal y precipicio
donde estuve perpetua
y sube por mis muslos
una confianza débil.

Me quito la camisa de piel cascada
y rota
y enarbolo las sílabas
de algún momento nuevo.

Hoy he vuelto a la casa
donde sufrí y maldije,
pero entera y liviana
me suspendo en los muros que habían grabado a fuego
los reproches,
los golpes,
las cenizas del beso.

Ya no hay furia ni engaños;
no bajan por mis senos
las llaves de la muerte
ni ocultan las ventanas
las úlceras maduras;
                         sólo hay pan en la mesa,
y en cuadernos inéditos
                         esa palabra mágica que busqué tanto tiempo…
               




©Teresa Palazzo Conti

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