Ella y El
acostados entre sedas y frazadas
se disponen a inventar el sueño,
el olvido
y el amor.
Creadores de un tiempo susurrante intentan guardar sus
días
en el álbum blanco,
en la memoria fiel,
en su Diario impersonal.
Ella y El
a la misma hora y bajo el claro cielo,
separados por espesas calles retorcidas,
distanciados por hectómetros de miedo,
atenazados por horarios sin sentido.
Durmientes tristes en abominables lechos
por fríos,
por vacíos,
por carentes de una huella
en su intercambiable anular izquierdo.
El, una vuelta buscando inmensidades
pero se enfrenta a la vetusta pared.
Ella, otra vuelta cambiándose de angustia,
pero se estrella de bruces contra el suelo.
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