No hay casualidad que os
sitúe frente a frente,
ni más saludo que arrebatar
la boca al viento.
Tatuar tus uñas en su
espalda.
Que dibuje con saliva tu sexo
indeleble al agua, al tiempo.
Devoraros y después, al
escupir los huesos,
dar forma a la piel para empezar
de nuevo.
No hay casualidad.
No hay causa.
Solamente el deseo.
Dolores Leis Parra ©
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