Hay ideas, que sin querer tener claro su origen, deciden pasar una temporada en nuestra atribulada cabeza. Dichas ideas suelen ser presa del olvido, pero en contadas ocasiones, ciertas ocurrencias con ínfulas aspiran a convertirse en aforismos y cuando su ego es desmedido, incluso pretenden alcanzar la categoría de axiomas.
Antes de exponer esa intrigante ocurrencia a la consideración del prójimo, es sometida a un riguroso examen de calidad para determinar dos cuestiones: Si es merecedora de tal privilegio y la manera en que, de serlo, debe ponerse de largo.
Negaría la evidencia que el título de esta publicación da suficientes pistas al sofisticado preámbulo que acabamos de superar, por lo que sin más demora, presentemos a nuestra protagónica idea:
"No es lo mismo vender que te compren."
Quizá con el tiempo, esta pretenciosa afirmación, merezca un “best-seller” de marketing y ventas, pero de momento, reformulemos la misma con verbos reflexivos para centrar el ámbito de esta reflexión, valga la redundancia.
"No es lo mismo venderse que ser comprado."
"Vendernos" para lograr un fin o lograr dicho fin siendo "comprados" por lo que somos. Una misma finalidad aparente con diferentes trayectorias.
Quien escribe, considera que esta disyuntiva, aparentemente inocua, determina nuestra vida. Así pues, una vez certificada con rigurosidad la calidad del producto, démosle la oportunidad de abrirse camino...
¿Somos conscientes de que nos estamos "vendiendo"?, ¿Somos conscientes de las implicaciones?, ¿De todos los principios, de todos los valores a los que podríamos estar renunciando?...
Más preguntas, prescindiendo de las comillas... ¿Por qué nos vendemos?, ¿Por qué queremos vendernos?, ¿Por qué anteponemos vendernos?... Necesidad de aceptación, de reconocimiento, ambición materialista, ambición de estatus, de poder… Insisto, cada persona conocerá o intuirá sus motivos.
Antes decíamos, “un mismo fin, diferentes trayectorias”… Personalmente, creo que podemos llegar a ser comprados, sin perseguirlo explícitamente, sin necesidad de vendernos, como una recompensa sobrevenida por nuestra conducta ejemplar…
Volviendo a los lugares comunes para establecer referencias más nítidas, se trataría de anteponer la esencia a la apariencia, la siembra a la cosecha. la entrega a la especulación... Darlo todo, sin esperar nada de nadie. Casi nada…
Contados son los elegidos que alcanzan prestigio, contados aquellos que gozan de “auctoritas”, contados quienes se convierten en un referente moral…
Y aquí, podemos tener la tentación de comparar las trayectorias…
Es indudable que sembrar, siendo honestos y consecuentes con nuestra esencia, no garantiza en absoluto la aceptación, el reconocimiento, el “ser comprados”. Por el contrario, es probable que el “venderse” nos obligue a renunciar, a veces de forma dramática, a nuestra verdad, convirtiendo nuestra existencia en una mascarada, con la que no tenemos la certeza de que podamos llegar a convivir.
Sin embargo, la comparación es ficticia… Queda claro que los caminos son distintos, pero si tuviésemos la oportunidad de recorrer ambos, acabaríamos descubriendo que el destino, también es distinto…
Solo podemos recorrer un camino, al menos de forma simultánea, y eso implica una elección, ojalá una elección consciente.
El “Camino de la Verdad” no es fácil, mucho menos en estos días. Se precisa de fortaleza de carácter amén de numerosas virtudes, aunque uno está absolutamente convencido que cuando alguien alcanza dicho camino, trasciende la necesidad de aceptación, reconocimiento o poder, al alcanzar la cota más preciada, la conquista de uno mismo.
Autor: @oratorux
Blog: Oratorux
Antes de exponer esa intrigante ocurrencia a la consideración del prójimo, es sometida a un riguroso examen de calidad para determinar dos cuestiones: Si es merecedora de tal privilegio y la manera en que, de serlo, debe ponerse de largo.
Negaría la evidencia que el título de esta publicación da suficientes pistas al sofisticado preámbulo que acabamos de superar, por lo que sin más demora, presentemos a nuestra protagónica idea:
"No es lo mismo vender que te compren."
Quizá con el tiempo, esta pretenciosa afirmación, merezca un “best-seller” de marketing y ventas, pero de momento, reformulemos la misma con verbos reflexivos para centrar el ámbito de esta reflexión, valga la redundancia.
"No es lo mismo venderse que ser comprado."
"Vendernos" para lograr un fin o lograr dicho fin siendo "comprados" por lo que somos. Una misma finalidad aparente con diferentes trayectorias.
Quien escribe, considera que esta disyuntiva, aparentemente inocua, determina nuestra vida. Así pues, una vez certificada con rigurosidad la calidad del producto, démosle la oportunidad de abrirse camino...
¿Somos conscientes de que nos estamos "vendiendo"?, ¿Somos conscientes de las implicaciones?, ¿De todos los principios, de todos los valores a los que podríamos estar renunciando?...
Más preguntas, prescindiendo de las comillas... ¿Por qué nos vendemos?, ¿Por qué queremos vendernos?, ¿Por qué anteponemos vendernos?... Necesidad de aceptación, de reconocimiento, ambición materialista, ambición de estatus, de poder… Insisto, cada persona conocerá o intuirá sus motivos.
Antes decíamos, “un mismo fin, diferentes trayectorias”… Personalmente, creo que podemos llegar a ser comprados, sin perseguirlo explícitamente, sin necesidad de vendernos, como una recompensa sobrevenida por nuestra conducta ejemplar…
Volviendo a los lugares comunes para establecer referencias más nítidas, se trataría de anteponer la esencia a la apariencia, la siembra a la cosecha. la entrega a la especulación... Darlo todo, sin esperar nada de nadie. Casi nada…
Contados son los elegidos que alcanzan prestigio, contados aquellos que gozan de “auctoritas”, contados quienes se convierten en un referente moral…
Y aquí, podemos tener la tentación de comparar las trayectorias…
Es indudable que sembrar, siendo honestos y consecuentes con nuestra esencia, no garantiza en absoluto la aceptación, el reconocimiento, el “ser comprados”. Por el contrario, es probable que el “venderse” nos obligue a renunciar, a veces de forma dramática, a nuestra verdad, convirtiendo nuestra existencia en una mascarada, con la que no tenemos la certeza de que podamos llegar a convivir.
Sin embargo, la comparación es ficticia… Queda claro que los caminos son distintos, pero si tuviésemos la oportunidad de recorrer ambos, acabaríamos descubriendo que el destino, también es distinto…
Solo podemos recorrer un camino, al menos de forma simultánea, y eso implica una elección, ojalá una elección consciente.
El “Camino de la Verdad” no es fácil, mucho menos en estos días. Se precisa de fortaleza de carácter amén de numerosas virtudes, aunque uno está absolutamente convencido que cuando alguien alcanza dicho camino, trasciende la necesidad de aceptación, reconocimiento o poder, al alcanzar la cota más preciada, la conquista de uno mismo.
Autor: @oratorux
Blog: Oratorux
Como tú dices, es difícil optar por ser comprados en vez de vendernos. A mí, personalmente, me gusta mucho comprar, pero nunca había pensado en ser comprado. Me has dado una perspectiva que nunca había tenido. Interesante reflexión.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente tu reflexión, me gustó mucho. Me recordó a cuando estudié contenidos de teoría del Capitalismo y el materialismo histórico de Karl Marx que quedé confundida y algo triste al entender que, como asalariada, era una mercancía más utilizada por el empleador y que era pagada con el salario que yo recibía según lo definían esas teorías económicas, y viéndolo desde la perspectiva de que más que me "vendía", "compraban" mi potencial de trabajo en el mercado de trabajo bajo la perspectiva que tu indicas me hacía sentir mejor. Aunque siempre genera algo de recelo eso de ser comprado o venderse. Éxitos y bendiciones!
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