"No puedo dormir sin peso", le dije.
Y él me dio 59 kilos y medio de razones para soñar.
También un puñado de balas perdidas
que había ido encontrando en sábanas abandonadas
Y con las que aseguraba podría matar
a todos mis "no-puedo"
Dormir con él, era resucitar al tiempo
y sentir su piel con la mía
mucho mejor que recordarla contra la de cualquiera,
cada despertar, una corona de espinas
con la que reinaba en nuestro castillo de arena
y todas mis cartas de despedida,
trocitos rotos de un futuro epitafio.
“No tuve tiempo a leerlo” siempre decía.
Y yo me culpaba
como se culpa una madre
que ha comprado con sus últimos dos euros
un cromo repetido.
Después, cogía sus baquetas
y yo perdía mis razones
entre los ritmos con los que me marcaba el corazón
o la cabeza, no lo tengo claro
porque siempre me hacía confundirlos.
Hoy hace exactamente 1 año y 138 poemas
que ambos se pararon y no nos vemos
y a pesar de que me siga escribiendo a diario
como si yo fuera el suyo
sigo teniendo esa sensación absurda de creer que funcionaría.
Pese a que no lo quise, ni lo quiero
y sé que tampoco lo querré
pero estoy lejos, muy lejos de soportar que él sienta lo mismo.
Autora: Isa Rguez (@Dias_Impares)
Magnífico Isa!!
ResponderEliminarQue me lo digas tu, vale el doble :) Qué alegría volver a leerte, muchas gracias.
ResponderEliminarIsa, me ha encantado, escribir sobre el amor o el desamor me parece tan difícil sin que parezca noñería o más de lo mismo, pero tú consigues que todo parezca la primera vez. Maravilloso poema. Un abrazo.
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