¿Acaso no abro siempre las piernas?. Las abro para que, algunos días, seamos una familia normal. Las abro para que dejes en la mesilla algunas perras extra además del sueldo mísero. Las abro para que se atoren en tu garganta los insultos envalentonado por el vino. Las abro para que no mires con ojos de rabia a Pascualillo. Las abro para que mientras te bajas los pantalones no levantes la mano. Y cuando paso por el barrio bajo y veo el burdel, imagino a esas mujeres como honradas jornaleras del amor, vendedoras de compasión, mitigadoras de soledades. Yo, la puta.
Foto de Pilar Mariscal |
Autora: Mar Horno (@HornoMar)
Blog: Maremotos
Este y otros microrrelatos en su libro "Precipicios habitados"
Me gustó reencontrarlo Mar. Gracias.
ResponderEliminarAbrazos.
Hay textos que nunca te cansas de leer. Un abrazo.
EliminarPuf Mar es un pedazo de relato. Desgarrador, impactante, directo no falta nada que pueda decirle más u además tiene ese toque tan teatral de diálogo inexistente que le da aún más fuerza es buenísimo.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias Manuel, tú siempre aciertas con tus comentarios. Un abrazo.
EliminarMe ha encantado re-re-releerlo
ResponderEliminar;)
Lo sé Yolanda, jajaja. Un beso.
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