Cuando uno duerme en una cama de un lujoso piso en Manhattan, nunca se le pasará por la cabeza que pueda atacarle un león. Cuando uno duerme en el duro suelo de Tanzania protegiendo su cultivo para que le roben los monos, tampoco se le pasará por la cabeza que una arriesgada operación bursátil lo pueda dejar en la ruina. El de Manhattan, jamás se encontrará a su mujer devorada por leones cuando vuelva a su cabaña y en venganza, consiga matarratas, la impregne con él y espere a que las fieras vuelvan a por los restos. El de Tanzania, tampoco encenderá un ordenador, verá que lo ha perdido todo en una intrincada red especulativa y se tire por la ventana de un séptimo piso. La brutalidad de la vida es la misma. Las bestias, no.
Pilar Mariscal |
Autora: Mar Horno (@HornoMar)
Blog Maremotos
En su libro "Precipicios habitados"
¿Y qué bestias prefieres tu Mar Horno? (Por curiosidad :) )
ResponderEliminarLas de carne y hueso Isa. Un abrazo y gracias por comentar.
EliminarQue razón tienes Mar, como siempre. Cuantas bestias sueltas tenemos en nuestro entorno.
ResponderEliminarMuchas, Diego, muchas. Un abrazo.
EliminarSuerte de no haber nacido ni en Manhattan, ni en Tanzania...suerte!!! Y tú, a seguir imaginando historias como las tuyas ÚNICAS!!!! Y yo a seguir disparando imágenes como las mías...y que a tí te sirvan!!!! Pilar
ResponderEliminarQué suerte, Pilar, qué suerte, en todos los sentidos. Un beso.
EliminarPlacer volver a leer tan encantadores relatos.
ResponderEliminarPlacer tu comentario, Juan. Un abrazo.
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