En la quinta de las Siete Ciudades del Fin del Mundo, los barcos nunca llegan a puerto. Los marineros caen al agua durante la tormenta y se hunden como piedras. Luchan hasta que llegan al fondo, después se rinden y se dejan comer por los peces. Las osamentas limpias se aclimatan bien a la vida marina pero a veces algún esqueleto nostálgico se acerca hasta la costa y roba un niño. Pero todo eso son leyendas inventadas por los viejos pescadores. No para asustar a los chiquillos sino para explicar los numerosos huesecillos de manitas que se enganchan en las redes.
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Foto de Pilar Mariscal |
Escritora: Mar Horno (@HornoMar)
Blog Maremotos
"Precipicios habitados"
¡Muy bueno...!
ResponderEliminarGracias Rubén, qué alegría encontrarte por aquí. Gracias por comentar.
EliminarMe ha encantado. Soberbio.
ResponderEliminarGenial!
ResponderEliminarGracias Gema y Yolanda por vuestros comentarios. Un abrazo.
ResponderEliminarEste se me pasó. Bueno, se me pasó aquí, porque en el libro sí lo he leído. O ¿dónde?
ResponderEliminarOtro.