martes, 2 de diciembre de 2014

Historias para no despertar


El pitido de la fotocopiadora se asemejó al lamento de un animal herido. Apenas me alarmaron los nueve alaridos siguientes, pero algo hizo que llegado el décimo me decidiese levantar. 
Salí del despacho con la cautela que me producían las noches y me dirigí a la sala de impresoras.

-¿Hola?- dije lo suficientemente alto como para que cualquiera en la planta hubiese podido oírme.

-Creo que una impresora se ha quedado atascada- añadí.

No obtuve por respuesta mas que el estridente ruido de cada copia, acompasadas y sumisas escribían sin firmar cientos de hojas. Luego volví uno de aquellos papeles, luego otro y otro hasta que no me quedó bandeja por mirar. 

Todos ellos escondían lo mismo, era mi cara; estaba muerta.

Autora: Isa Rguez (@Dias_Impares)

Blog: http://dias-impares.blogspot.com.es/

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2 comentarios:

  1. Me encanta, Isa. Ese final es magistral.
    Eso sí, estás viva, muy viva. ;-)

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  2. No hay nada más terrorífico que una oficina vacía por la noche. Un abrazo.

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