Walker Evans. Subway passengers, New York (1938) |
Con los años, fue cambiando de nombre a las estaciones. Para él ya no era Prosperidad, Sevilla, Delicias... sino: «El vestíbulo donde una muchacha sonrió al taquillero»; «El intercambiador del violinista que interpretó el Ave María arrancando lágrimas»; «La estación del solidario con una embarazada»…
Lo propondría en atención al cliente esa misma tarde: Coloquen en las paredes del Metro junto a los grabados de Goya, las cerámicas de Mingote, los poemas de Miguel Hernández... placas conmemorando esos fugaces instantes. ¿Acaso esos desconocidos no son también grandes?
Gema Bocardo©
Blog Puentes y Muros
Esos personajes de las grandes ciudades... sí que son añorables.
ResponderEliminarDeberían hacerles un monumento, como al soldado desconocido, ¿verdad?
EliminarMuy bueno el Blogs
ResponderEliminarFelicitaciones
Un abrazo