Todo lo determinan nuestras creencias…
Tendemos a asumir que la única perspectiva válida, la única cosmovisión aceptable es la propia y todo aquello que se distancia de ese esquema, lo ignoramos e incluso lo denostamos.
Somos lo que creemos. Es la imposición de nuestro pensamiento…
Quizá en los tiempos que nos toca vivir, el Hombre parece más preparado que nunca para trascender las pequeñas y las grandes líneas divisorias, pero, ¿Sucede así?...
Vivimos tiempos de información (también de desinformación) desmedida y la mayor parte de la misma, afortunadamente añadiría, está disponible para buena parte de las personas que conviven en este privilegiado rincón del Universo.
Sin embargo, instintivamente (por no decir inconscientemente) solemos acercarnos a aquella información coincidente con nuestras ideas, que en un proceso cerrado de retroalimentación, se ven reforzadas y justificadas.
Dos preguntas es este punto: ¿Cómo reaccionamos ante percepciones dispares a la nuestra?, ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a cuestionar dicha percepción?...
Momento para poner sobre la mesa el respeto, la comprensión, la empatía… esas actitudes de orden superior que ayudan objetivamente a evolucionar como individuos y como sociedad.
¿Y cuestionar nuestra percepción?... Tela marinera… Se necesita de enorme valentía para desafiarse y esforzarse por entender concepciones aparentemente antagónicas a la nuestra. Y digo aparentemente, amparado en la firme convicción de que entre cualesquiera dos seres humanos de este mundo hay muchos más vínculos que los unen, que desacuerdos divisores. Solo se precisa de voluntad y honestidad para encontrar esos lazos. También será decisiva la capacidad de aislarse de los entornos en los que discurren ambas existencias.
Quien ha caminado lo suficiente sabe lo complicado que resulta abrirse a nuevas formas de ver las cosas, máxime, cuando estas han determinado y determinan nuestra realidad.
Pero, ¿Qué hacer cuando la semilla de la duda arraiga en nuestro ser, cuando una chispa inesperada surge en algún lugar del alma?… ¿Y si las cosas no fueran como hemos creído (o querido creer) hasta ahora?...
Apartarse de la seguridad que conocemos puede resultar difícil y doloroso.
¿Qué hacer ante esta encrucijada?...
Podemos continuar el camino que viene del pasado confiando en superar la contradicción manifestada. No parece a priori una mala opción cuando evolucionar nuestra manera de entender las cosas puede suponer la desaprobación, el reproche, e incluso la enemistad de aquellos con quienes hemos compartido andadura.
También se puede fiar esta crisis al tiempo, esperando que poco a poco vaya desdibujando el conflicto interno que nos inquieta hasta recuperar el convencimiento de antaño.
Pero la verdad es porfiada y no concibe en demasía tiempos o entornos… La verdad que gritan nuestras voces internas anhela fluir; ser sentida y expresada libremente.
Puede resultar lacerante vivir una vida impostada… Fingiendo ser algo que no somos ni sentimos. Un desgaste que debemos sopesar.
El mundo no se circunscribe a aquello que conocemos o controlamos, su riqueza es inabarcable. En algún lugar aguardan seres y experiencias compatibles con nuestra frecuencia de vibración. Es cuestión de tiempo y de empeño encontrarlos.
Todos tenemos derecho a dudar, a reflexionar, a aprender, a renacer, a crecer… La vida se transforma al cambiar la percepción que tenemos sobre la misma.
También tenemos derecho a experimentar, e incluso a equivocarnos, sin temer lo que otros puedan juzgar al respecto. La decisión nos pertenece por completo.
Quien nos ama, nos respeta, nos apoya y nos alienta… Esa es la compañía que, verdaderamente, merece la pena.
Autor: @oratorux
Blog: Oratorux
Tendemos a asumir que la única perspectiva válida, la única cosmovisión aceptable es la propia y todo aquello que se distancia de ese esquema, lo ignoramos e incluso lo denostamos.
Somos lo que creemos. Es la imposición de nuestro pensamiento…
Quizá en los tiempos que nos toca vivir, el Hombre parece más preparado que nunca para trascender las pequeñas y las grandes líneas divisorias, pero, ¿Sucede así?...
Vivimos tiempos de información (también de desinformación) desmedida y la mayor parte de la misma, afortunadamente añadiría, está disponible para buena parte de las personas que conviven en este privilegiado rincón del Universo.
Sin embargo, instintivamente (por no decir inconscientemente) solemos acercarnos a aquella información coincidente con nuestras ideas, que en un proceso cerrado de retroalimentación, se ven reforzadas y justificadas.
Dos preguntas es este punto: ¿Cómo reaccionamos ante percepciones dispares a la nuestra?, ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a cuestionar dicha percepción?...
Momento para poner sobre la mesa el respeto, la comprensión, la empatía… esas actitudes de orden superior que ayudan objetivamente a evolucionar como individuos y como sociedad.
¿Y cuestionar nuestra percepción?... Tela marinera… Se necesita de enorme valentía para desafiarse y esforzarse por entender concepciones aparentemente antagónicas a la nuestra. Y digo aparentemente, amparado en la firme convicción de que entre cualesquiera dos seres humanos de este mundo hay muchos más vínculos que los unen, que desacuerdos divisores. Solo se precisa de voluntad y honestidad para encontrar esos lazos. También será decisiva la capacidad de aislarse de los entornos en los que discurren ambas existencias.
Quien ha caminado lo suficiente sabe lo complicado que resulta abrirse a nuevas formas de ver las cosas, máxime, cuando estas han determinado y determinan nuestra realidad.
Pero, ¿Qué hacer cuando la semilla de la duda arraiga en nuestro ser, cuando una chispa inesperada surge en algún lugar del alma?… ¿Y si las cosas no fueran como hemos creído (o querido creer) hasta ahora?...
Apartarse de la seguridad que conocemos puede resultar difícil y doloroso.
¿Qué hacer ante esta encrucijada?...
Podemos continuar el camino que viene del pasado confiando en superar la contradicción manifestada. No parece a priori una mala opción cuando evolucionar nuestra manera de entender las cosas puede suponer la desaprobación, el reproche, e incluso la enemistad de aquellos con quienes hemos compartido andadura.
También se puede fiar esta crisis al tiempo, esperando que poco a poco vaya desdibujando el conflicto interno que nos inquieta hasta recuperar el convencimiento de antaño.
Pero la verdad es porfiada y no concibe en demasía tiempos o entornos… La verdad que gritan nuestras voces internas anhela fluir; ser sentida y expresada libremente.
Puede resultar lacerante vivir una vida impostada… Fingiendo ser algo que no somos ni sentimos. Un desgaste que debemos sopesar.
El mundo no se circunscribe a aquello que conocemos o controlamos, su riqueza es inabarcable. En algún lugar aguardan seres y experiencias compatibles con nuestra frecuencia de vibración. Es cuestión de tiempo y de empeño encontrarlos.
Todos tenemos derecho a dudar, a reflexionar, a aprender, a renacer, a crecer… La vida se transforma al cambiar la percepción que tenemos sobre la misma.
También tenemos derecho a experimentar, e incluso a equivocarnos, sin temer lo que otros puedan juzgar al respecto. La decisión nos pertenece por completo.
Quien nos ama, nos respeta, nos apoya y nos alienta… Esa es la compañía que, verdaderamente, merece la pena.
Autor: @oratorux
Blog: Oratorux
Ya se sabe, la vida no es como es, es como nosotros la vemos. Y sí, debemos buscar siempre la compañía de quien nos respeta. Un abrazo Oratorux.
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