Eterno sosiego que me aprietas y
atormentas,
déjame exhalar la última bocanada de
aire que expulsará mi boca
y después, tú eliges mi destino,
que me haga ser libre, sentirme libre.
Quiero desprenderme de esta coraza de
amargura,
que me lleva a la locura y no me cura
de esta realidad,
tan cruda y ruda.
Libertad ansiada y deseada,
desconocida y tan hablada,
inúndame el alma de armonía;
dame soltura eterna.
Libertad te llaman y que poco te
siento,
máxima sencillez abarcada en una
palabra,
y sin embargo, que complicado es
alcanzar tu calma;
múdame el cuerpo, llévame contigo.
Quiero exiliarme de este espanto que
me exalta,
que me intoxica la esperanza y me
asfixia
la existencia.
Libertad querida,
despréndete de mi mal, despréndete de
mi bien,
déjame ser tuya, déjame ser tu ser.
Libertad codiciada,
cúrame las llagas con aire fresco,
porque ya ni sangre manan,
cúrame de esencia perdida, despreciada.
Soy libre de mis actos pero no de mi
destino,
yo que solo pido alcanzarte, tu
libertad, tu mi felicidad.
Soy ave sin sus alas, surcando ningún
cielo azul.
Soy preso de una garra que no me deja
salir,
los barrotes de la vida se apoderan de
mi,
las cadenas del dolor, no me dejan
seguir.
Y si esta es mi condena eterna yo me
aferro a ella.
Y si este es mi principio y fin, yo te esperaré aquí.
Moriré sin él saber y sin el sabor de
tus caricias,
porque hombre sin libertad, es hombre
muerto,
y solo muerto goza de libertad,
sin pensamientos, sin sentimientos,
sin dignidad.
Ansiada libertad, ¡quién pudiera conseguirla!. Un abrazo Bea
ResponderEliminarLa verdad que si, quién pudiera... ¡Un abrazo Mar!
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